Editorial
Santillana Educación México
Fecha de publicación
12 octubre de 2023
Formato
Tapa flexible, 96 páginas color, 18 x 1 x 21 cm
ISBN-10
6078941240
ISBN-13
978-6078941247
Si estás en Argentina y querés comprarlo, podés escribirles y hacerles saber de tu interés. Como poseen la exclusividad de los derechos nadie más puede imprimir el libro.
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Qué preguntas… Léase en caso de dudas
Este puede parecer un libro de respuestas… pero es un libro de preguntas. Y las preguntas que entre estas páginas se encuentran no son como cualquier otra: son preguntas de personas que, impacientes por conocer más y más del mundo que les rodeaba, apenas lograron dominar un poco una lengua, la usaron para preguntar. Son preguntas que hacen las infancias, preguntas que suelen descolocar a los adultos, ponerlos dudosos ante qué responder.
Y quién mejor que un experto en ser preguntón (y además filósofo) para responder una selección de preguntas en las que, además de la respuesta, Valentín Muro destaca para niños y niñas el hecho de que preguntar mucho pero mucho está bien, y es algo que nunca debe dejar de suceder.
Las preguntas que surgen en la infancia suelen causar perplejidad.
Por lo general o bien no sabemos la respuesta o bien la que recordamos está a medias y difícilmente alcanza para saciar esa curiosidad.
Este es un atolondrado intento por responder algunas de esas grandes preguntas.
Al ritmo de las preguntas, la curiosidad baila mejor
Este puede parecer un libro de respuestas, pero es un libro de preguntas.
Y las preguntas que aquí encontrarás no son como cualquier otra: son preguntas de personas que, impacientes por conocer más y más del mundo que les rodeaba, apenas lograron dominar un poco una lengua, la usaron para preguntar.
Intuyo que en estas páginas encontrarás respuestas que llamarán tu atención, alguna que quizá siempre te inquietó, y alguna otra que seguro te dejará con ganas de más. También puede que entre estas páginas encuentres más preguntas que respuestas. Y esa es la idea.
A veces las preguntas, como la curiosidad, tienen algo de mala fama. Las personas que preguntamos mucho todo el tiempo desde pequeñas debemos aprender a moderarnos. Porque alguien se cansa de responder, alguien no sabe la respuesta y busca excusas para ignorarnos, o alguien no se toma el tiempo de siquiera entender qué es lo que queremos saber.
Pero a veces, si tenemos suerte, nos encontramos con alguien que se toma la molestia de escuchar, quien en vez de poner en palabras lo primero que se le cruza por la cabeza, hace algo mucho más hermoso: nos acompaña a pensar.
Pensar y preguntar. Porque si algo tienen de hermosas las preguntas es la facilidad con la que pueden multiplicarse. Una duda por aquí, otra inquietud por allá, y cuando nos damos cuenta ya nos envuelven la ciencia y la filosofía.
Ciertas preguntas parecen pequeñitas e inofensivas, pero cuando intentamos responderlas nos muestran sus dientes y no sabemos bien qué hacer. Otras parecen enormes y amenazantes, pero cuando de a poco nos acercamos, descubrimos que a pesar de su aparente dificultad no guardaban tanto misterio. Y algunas más, en su eterna simplicidad, se muestran tal y como son: inagotables
Algunas grandes preguntas solo son tan inmensas porque nos muestran que lo sencillo suele ocultar su complejidad, y es en lo complejo que puede bailar y desparramarse nuestra curiosidad.
Y cuando abrimos una inquietud en búsqueda de una respuesta, sale otra, y otra, y otra más, y solo nos detenemos porque nos da hambre, se nos hace tarde o tenemos ganas de dormir.
Así funciona el cordón de la curiosidad, del que podemos tirar y tirar, como si fuera un truco de magia que del otro lado parece nunca acabar. Pero a pesar de ser tan magnífico, este cordón puede ser bastante frágil y fácil de cortar: la curiosidad se apaga como una débil llama cada vez que no se tira de ella para descubrir qué hay del otro lado.
Quizá solo sea acerca de eso de lo que trata esta colección de preguntas hechas por niñas y niños, que con mucho esfuerzo procuré responder: de la importancia de preguntar, una y mil veces, y nunca dejar de preguntar.
Valentín Muro
Torino, julio de 2023
- ¿Qué se sentirá ser perro? Isabella, 7 años.
- Yo este momento ya lo viví en mi cabeza, ¿cómo puede ser? Valentín, 6 años.
- ¿Cómo sale la lluvia de las nubes?, ¿las ponchan? Cristina Cordero, 5 años.
- ¿Por qué la gente llora cuando está triste? Tiziano, 7 años.
- ¿Por qué se depila mi mamá y se rasura mi papá? Martín, 8 años.
- ¿Cuándo somos viejos ? ¿A qué edad empieza eso? Tiziano, 7 años.
- ¿Cuál fue el primer árbol? ¿De dónde cayó la primera semilla? Alma, 5 años.
- ¿Los gatos tienen pesadillas? Rafa, 6 años.
- ¿Por qué nadie me explica bien lo que es un agujero negro? Agustín, 6 años.
- ¿Por qué yo soy yo y no soy otra persona? Mateo, 5 años.
- ¿Por qué no podemos ver el final del horizonte? Máximo, 10 años.
- ¿Todo tiene fecha de caducidad? Luna, 6 años.
- ¿Por qué los adultos hablan tan alto cuando están enojados? Tiziano, 7 años.
- ¿Todos nos vamos a morir? Amélie, 3 años.
- ¿Por qué tiene serpientes en la cabeza Medusa? Camila, 4 años.
- ¿Por qué la palabra “niños” incluye a niños y niñas, y la palabra “niñas” solo a ellas? Sarah, 11 años.
- ¿Por qué me da gusto ver a alguien que quiero o que me cae bien? Elena, 8 años.
- ¿Cómo se inventaron todas las cosas? ¿A quién se le ocurrió hacer un martillo cuando no existían los martillos, y cómo lo armó? Maia, 6 años.
- ¿Por qué hay que estudiar? Xanic, 7 años.
- Si la mente es infinita ¿por qué no podemos pensar en un nuevo color? Ximena, 7 años.
- ¿Por qué se empieza a contar nuestra edad a partir de que salimos de la panza de nuestra mamá y no antes? Ana Luisa, 9 años.
- ¿Por qué los remedios curan? Jaime, 4 años.
- ¿Por qué la letra “E” tiene esa forma? Diego, 7 años.
- ¿A dónde se van las horas que se acumulan cada cuatro años para llegar a un año bisiesto? Daniela, 7 años.
- ¿Cómo les ponían el nombre a las cosas sin saber qué eran? Sofi, 12 años.
- ¿Por qué cuando alguien dice “gracias” la respuesta es “de nada”? Ulises, 3 años.
- ¿Por qué brilla el Sol? Camila, 5 años.
- ¿Por qué no puedo ver la vida a través de los ojos de los demás? ¿Por qué solo puedo ver la mía? Ireri, 8 años.
- ¿Para qué quiere tantos dientes el ratón? Valentina, 6 años.
- ¿Cómo se hace para ser un teórico? Andy, 6 años.
- ¿Por qué “por favor” es una palabra mágica? Lilia, 6 años.
- ¿Por qué es salada el agua de mar? John, 11 años.
- ¿Qué hay detrás de los ojos? Luna, 6 años.
- ¿El corazón se para cuando dormimos? ¿Por qué se mueven los relojes cuando dormimos? Jaime, 4 años.
- ¿Sabes cómo nace un arcoíris? Camila, 5 años.